PROCESO DE ELABORACIÓN
Aseguran los maestros artesanos que para hacer un abanico completo es necesario dominar prácticamente todos los oficios manuales.
Esto puede ser cierto, ya que son muchos y variados los trabajos que hay tras estos bellos objetos.
El abanico se compone básicamente de dos partes: varillaje y país.
Varillaje: es un juego de varillas más dos caberas o guardas en su exterior. Se compone de fuente, garganta, boleta, pezón y guía. Las caberas constan de canto (fuente) y pala (país).
El número más usual de varillas oscila de doce a dieciséis no soliendo exceder éstas de treinta.
El primer paso es diseñar sobre papel lo que el artista desea realizar por su propio parecer o al gusto del cliente.
Para hacer el varillaje se empieza por trocear y laminar el material, después se taladran las tablillas y se unen por su eje para formar un paquete al que se le da forma inicial desgastando material sobre un diseño previo dependiendo del tamaño y tipo a conseguir.
Después se le unen las caberas y se rebajan los pezones de las varillas para pegarles las guías que suelen ser de un material resistente y flexible como la madera de frutal.
El varillaje hay que lijarlo y pulirlo manualmente siendo éste el proceso más costoso en esfuerzo pues de él dependerá el futuro acabado.
Una vez terminado se dibujan los adornos para el calado.
Calado: consiste en agujerear determinados puntos para pasar una fina sierra dentada (segueta) con la que, con sumo cuidado, se recorta el material para conseguir “espacios de luz” que apoyarán al posterior grabado. Es la labor más meticulosa y delicada.
Grabado: es el tallado por medio de buril de torno y gubias de mano que dibuja en relieve el adorno de las varillas. Requiere de máxima concentración en escasos milímetros cuadrados.
Maqueado: se usan barnices especiales (sisas) sobre los que se adhieren finísimas láminas de oro y plata quitando con un suave pincel de pluma todo lo sobrante.
País: la batista de algodón, la seda, el tul y el encaje son los materiales más usados. Se empieza por cortar el trozo de tela y aprestarlo para poder plisarlo más tarde.
La siguiente fase la lleva a cabo el pintor que dibuja sobre la tela el tema completo a pintar por medio del estarcido (perforado de pequeños agujeros sobre papel por donde se cuela el carboncillo en polvo y marca los dibujos).
A continuación fondea con colores locales todas las zonas de la tela y procede a modelar por medio de colores los personajes y objetos que componen la escena.
Una vez terminada la pintura se pasa al entelado para marcar con un molde de cartón los pliegues correspondientes al varillaje.
Tras plisarlo se corta por sus extremos y se pega sobre las guías y las palas uniendo con un fino ribete las dos telas si es de doble cara.
El siguiente paso lo lleva a cabo un pintor especialista en el acabado con orlas y flores.
El encaje requiere de un proceso distinto ya que se trata de ir cosiendo y bordando pequeños motivos de encaje sobre un tul que suele ser de lino o algodón.
A los abanicos de encaje también se le da un acabado con lentejuelas cosidas una a una sobre el país.
Después de poner un clavillo o pasador con una anilla metálica, se supervisa el trabajo por parte de todo el equipo de artistas para comprobar su óptimo acabado.